miércoles, 30 de junio de 2010

A 36 años del 1º de julio de 1974

A 36 años de la muerte del Presidente Gral. Juan Domingo Perón, en lugar de recordarlo con una biografía decidimos compartir con toda la juventud, sea o no peronista, este mensaje que él escribió y fue enterrada en la base de la Pirámide de Mayo el 12 de agosto de 1948. Debería haber sido desenterrada el 12 de agosto de 2006, en el bicentenario de la reconquista de Buenos Aires luego de la primera invasión inglesa.

Los hombres de la resistencia del Movimiento Nacional Justicialista conservaron este mensaje, que fue leído en la fecha y tal como lo pidiera el Gral. Perón por los jóvenes de la JUP, en Plaza de Mayo.

Mensaje a los Jóvenes del Año 2000

La juventud argentina del año 2000 querrá volver sus ojos hacia el pasado y exigir a la historia una rendición de cuentas encaminada a enjuiciar el uso que los gobernantes de todos los tiempos han hecho del sagrado depósito que en sus manos fueron poniendo las generaciones precedentes, y también si sus actos y sus doctrinas fueron suficientes para llevar el bienestar a sus pueblos y para conseguir la paz entre las naciones.

Por desgracia para nosotros, ese balance no nos ha sido favorable. Anticipémonos a él para que conste, al menos, nuestra buena fe y confesemos lealmente que ni los rectores de los pueblos ni las masas regidas, han sabido lograr el camino de la felicidad individual y colectiva.

En el transcurso de los siglos hemos progresado de manera gigantesca en el orden material y científico, y si cada día se avanza en la limitación del dolor, es solamente en su aspecto físico, porque en el moral, el camino recorrido ha sido pequeño.

El egoísmo ha regido muchas veces los actos de gobierno y no es el amor al prójimo, ni siquiera la compasión o la tolerancia, lo que mueve las determinaciones humanas.

Esa acusación resulta aplicable tanto a los pueblos como a los individuos. Cierto que en uno y en otros se dan ejemplos de altruismo, pero como hechos aislados de poca o ninguna influencia en la marcha de la humanidad. Es cierto que en ocasiones parece que se ha dado un gran impulso en favor de los nobles ideales y de las causas justas, pero la realidad nos llama a sí y nos hace ver que todo era una ilusión. Apenas terminada la guerra, ponemos nuestra esperanza en que ha de ser la última porque las diferencias entre las naciones se han de resolver por las vías del derecho aplicado por los organismos internacionales. Pocos años bastan para demostrarnos con un conflicto bélico de mayores proporciones el tremendo error en que habíamos caído. Hasta el aspecto caballeresco de las batallas se ha perdido y hoy vemos con el corazón empedernido como al cabo de veinte siglos de civilización cristiana, caen en la lucha niños, mujeres y ancianos.

Apenas un conflicto social ha sido resuelto vemos asomar otro, de más grandes proporciones, no siempre solucionado por las vías de la inteligencia y de la armonía sino por la coacción estatal o de las propias partes contendientes más fuertes, no el del mejor derecho.

Frente a esta lamentable realidad: ¿de qué han servido las doctrinas políticas, las teorías económicas y las elucubraciones sociales?. Ni las democracias ni las tiranías, ni los empirismos antiguos ni los conceptos modernos han sido suficientes para quietar las pasiones o para coordinar los anhelos. La libertad misma queda limitada a una hermosa palabra, de muy escaso contenido, pues cada cual la entiende y la aplica en su propio beneficio. El capitalismo se vale de ella no para elevar la condición de los trabajadores procurando su bienestar, sino para deprimirles y explotarles. Los poseedores de la riqueza no quieren compartirla con los desposeídos sino aceptarla y monopolizarla. E inversamente, los falsos apóstoles del proletariado quieren la libertad más para usarla como un arma en la lucha de clases que para obtener lo que sus reivindicaciones tengan de justas.

No ha empezado a alborar el liberalismo económico cuando -para impedir sus aplausos- tiene el Estado que iniciar una intervención cada vez más intensa a fin de evitar el daño entre las partes y el daño a la colectividad. Pero tampoco su intervencionismo constituye un remedio eficaz porque, o es partidista, o busca anular las libertades individuales y con ellas a la propia persona humana.

El mundo ha fracasado. Mas este fracaso, ¿será tan absoluto que no deje un mínimo resquicio a la esperanza?. Posiblemente podamos mantener el optimismo con la ilusión de que el avance de la humanidad hacia su bienestar es tan lento que no lo percibimos, pero de cada evolución queda una partícula aprovechable para el mejor desarrollo de la humanidad. El avance es invisible y está oculto por sus propios vicios a que antes he aludido, pero no por eso deja de existir.

Se haría más perceptible si cada uno de nosotros se despojase de algo propio en beneficio de sus semejantes, si tratase de dirigir las disputas con la razón y no con la violencia. Dentro de mis posibilidades así he procurado hacerlo y, en este sentido, he orientado mi labor de gobernante. Válgame por lo menos la intención y sea ella la que juzguen y valoren mis críticos del porvenir.

La humanidad debe comprender que hay que formar una juventud inspirada en otros sentimientos, que sea capaz de realizar lo que nosotros no hemos sido capaces. Esa es la verdad más grande que en estos tiempos debemos sustentar sin egoísmos, porque éstos nos han conducido solamente a desastres.

En nuestra querida Argentina, el panorama descrito se ha sentido sin ser cruento, pero en el orden general, los hechos prueban que ha sido el acierto la resolución que ha precedido nuestra realidad. La independencia política que heredamos de nuestros mayores hasta nuestros días, no había sido colectivizada por la independencia económica que permitiera decir con verdad que constituíamos una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

Por eso nosotros hemos luchado sin descanso para imponer la justicia social que suprimiera la miseria en medio de la abundancia; por eso hemos declarado y realizado la independencia económica que nos permitiera reconquistar lo perdido y crear una Argentina para los argentinos, y por eso nosotros vivimos velando porque la soberanía de la Patria sea inviolable o inviolada mientras haya un argentino que pueda oponer su pecho al avance de toda prepotencia extranjera, destinada a menguar el derecho que cada argentino tiene de decidir por sí dentro de las fronteras de su tierra.

Contra un mundo que ha fracasado, dejamos una doctrina justa y un programa de acción para ser cumplido por nuestra juventud: esa será su responsabilidad ante la Historia.

¡Quiera Dios que ese juicio les sea favorable y que al leer este mensaje de un humilde argentino, que amó mucho a su Patria y trató de servirla honradamente, podáis -hermanos del 2000- lanzar vuestra mirada sobre la Gran Argentina que soñamos, por la cual vivimos, luchamos y sufrimos!"

Juan Domingo Perón




domingo, 20 de junio de 2010

A 190 años de la muerte de Manuel Belgrano y el Día de la Bandera

El 20 de junio es celebra el Día de la Bandera, pero ese no fue el día en que fue enarbolada por primera vez. Es el día en que su creador, Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, porteño nacido un 3 de junio de 1770 en una familia acaudalada. Hijo de un mercader italiano y una criolla de Santiago del Estero, pasaba a la inmortalidad sumido en la más absoluta pobreza e indiferencia.

En contra de los deseos de su padre, Manuel Belgrano sigue la carrera de derecho en España. Por sus excelentes calificaciones, recibe una autorización especial del Papa Pío VI para acceder a toda clase de literatura aunque fuesen heréticas. Así, tomó conocimiento de las ideas de Montesquieu y Rousseau. Codeándose con los intelectuales de España se hizo eco de las ideas de la Revolución Francesa.

También dedico su interés al estudio de las lenguas vivas, la economía política y al derecho público. Vio en ese entonces la posibilidad de aplicar en el Río de la Plata los postulados capitalistas de Adam Smith y la teoría fisiocrática de Quesnay. En 1794 regresó a Buenos Aires donde ejerció el cargo de Secretario Perpetuo del Consulado de Comercio, función que ejerció hasta 1810. Debido a la fuerte oposición de las oligarquías locales y las restricciones políticas, las modificaciones que deseaba en el campo económico y productivo no pudieron ser implementadas, se dedicó entonces a la educación, porque había aprendido "que la auténtica riqueza de los pueblos se hallaba en su inteligencia y que el auténtico fomento de la industria se encontraba en la educación." Las diferentes escuelas que creo, como la de Náutica, de Geometría y Dibujo, de Comercio y la de Arquitectura y Perspectiva fueron cerradas luego de tres años de funcionamiento, porque las Corona los consideraba lujos innecesarios para una colonia. Belgrano consideró que el impulso educativo "no podía menos que disgustar a los que fundaban su interés en la ignorancia y el abatimiento de sus naturales". Belgrano fue sin dudas el primer economista de Sudamérica.

Otra de sus vocaciones fue el periodismo. En 1801 colaboró en la fundación del primer periódico que se editó en nuestro país: el Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata. El virrey Del Pino, molesto por el contenido político de la publicación y por la gran influencia que fue adquiriendo, decidió clausurar el Telégrafo el 17 de octubre de 1802. En marzo de 1810 editó el Correo de Comercio, donde volvió a insistir con la necesidad de industrializar la economía, fomentar el comercio interno y el librecambio. Desde sus publicaciones defendía la libertad de prensa. “Es tan justa dicha facultad -decía- como lo es la de pensar y de hablar, y es tan injusto oprimirla, como lo sería el tener atados los entendimientos, las lenguas, las manos o los pies a todos los ciudadanos. Es necesaria para la instrucción pública, para el mejor gobierno de la Nación, y para su libertad civil, es decir, para evitar la tiranía de cualquier gobierno que se establezca.”

Otra faceta poco conocida Manuel Belgrano es su colaboración con la Constitución Nacional de 1853. Mientras se dirigía hacia Paraguay redactó las bases del primer proyecto constitucional del Río de la Plata: el “Reglamento para el Régimen Político y Administrativo y Reforma de los 30 Pueblos de las Misiones”. Este reglamento fue agregado por Alberdi como una de las bases de la Carta Magna. Entre otras cosas, el documento establecía la libertad a todos los naturales de las Misiones, exenciones de tributos hasta que puedan producir y vivir dignamente, establecimientos de escuelas gratuitas, igualdad entre criollos y naturales, habilitación para ocupar cualquier empleo incluso militar y eclesiástico.

Belgrano, si bien había participado en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, no era un militar de formación profesional aunque le adjudicaron el grado de General. Luego de establecer una batería para repeler los ataques españoles en las barrancas del Paraná, el General Belgrano, solicito permiso al Triunvirato para que sus soldados usaran una escarapela. Por decreto fue aprobado el día 18 de mayo de 1812. La Escarapela Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata era acorde al diseño propuesto por Belgrano. Blanco y azul celeste, quedando abolida la roja con que antiguamente se distinguían. De hecho, los soldados de Belgrano usaron la escarapela meses antes, el 23 de febrero de 1812, para que "acaben de confirmar a nuestros enemigos de la firme resolución en que estamos de sostener la independencia de América". Al secretario del Triunvirato, Bernardino Rivadavia, la mención de la palabra independencia no le agrada demasiado como a muchos otros, temerosos de enfurecer a Inglaterra cuya Corona no aprobaría, de momento, ningún movimiento independentista en el continente.

A Belgrano en cambio, la idea de la independencia lo entusiasmaba de corazón, y lo demostraba sin vacilar. Diseñó una bandera con los mismos colores que la escarapela, cosida por doña María Catalina Echeverría, fue enarbolada por primera vez en Rosario, a orillas del río Paraná. Allí, en las baterías "Libertad" e "Independencia" hizo jurarle fidelidad a sus soldados diciendo: "Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad". Luego, mandó una carta al Gobierno comunicando el hecho. Este mismo día, el Triunvirato le ordenó hacerse cargo del Ejército del Norte, desmoralizado después de la derrota de Huaqui. A Rivadavia tal atrevimiento le parecía una locura y le ordeno sustituirla por la misma bandera que usaban en Buenos Aires. Pero, cuando la orden salió de la capital, Belgrano ya marchaba hacia el norte y, por esta razón, no se enteró del rotundo rechazo del Gobierno a la nueva bandera, que fue bendecida el 25 de mayo de 1812 en la Catedral de Salta.

Recién en julio se notificó de la molestia de Rivadavia y respondió con una carta en donde se podía apreciar el profundo dolor e indignación que lo invadía: "La desharé para que no haya ni memoria de ella. Si acaso me preguntan responderé que se reserva para el día de una gran victoria y como está muy lejos, todos la habrán olvidado".

Todo parece indicar que la primera bandera tenía dos franjas verticales, una blanca y una azul celeste, como la del Ejército de los Andes, que usará San Martín en sus campañas libertadoras. A partir de 1813, en Buenos Aires y el Litoral, la bandera sufre una transformación. Comienza a usarse una con tres franjas horizontales, celeste, blanca y celeste. Colores de la casa de Borbón, la adopción de estos colores parecía una demostración de fidelidad al rey cautivo Fernando VII.

Pero la historia de Belgrano no termina cuando guardó la bandera original. Belgrano se hizo cargo de 1500 soldados, de los cuales 500 estaban heridos o enfermos, armados con 600 fusiles y 25 balas para cada uno, era todo lo que quedaba de Ejército del Norte que estuvo al mando de Pueryrredón. El General hizo lo imposible, reorganizarlo y gracias a la población jujeña pudo proveerlo de lo indispensable para llevar a cabo una ofensiva. A Belgrano se le ocurrió repartir terrenos a cada regimiento para cultivo, así pudieron alimentarse y el excedente venderlo para provecho de todos los soldados.

A fines de julio de 1812, los realistas se disponían a invadir Jujuy, superado ampliamente en número y recursos, Belgrano sabía que no tenían ninguna posibilidad de derrotarlos. Decide entonces abandonar Jujuy arrasando todo en la retirada, ni casas, ni alimentos, ni animales, ni hierro. Nada debía quedar utilizable para los realistas. A Belgrano se lo tildó de "flojo" por varios contemporáneos suyos y algunos historiadores, pero eso se contradice con su actitud durante el éxodo jujeño. A los oligarcas locales no les dio alternativa: o quemaban todo y se unían al éxodo o serían fusilados.

Belgrano tenía órdenes de dirigirse a Montevideo para combatir a Artigas. Sin embargo, desobedece la orden y se fortalece en Tucumán. Las fuerzas realistas y criollas se enfrentan el 24 de septiembre de 1812 y los españoles se retiran hacia el norte. Belgrano y su ejército victorioso persiguen a los europeos y los derrotan el 20 de febrero de 1813 en Salta. El Ejército del Norte se aventuró al Alto Perú, los realistas habían recibido refuerzos desde Lima y resultan victoriosos en Vilcapugio y en Ayohúma. Belgrano, enfermo de paludismo se retira con su maltrecho ejército hasta Yatasto, donde le traspasó el mando al General José de San Martín.

Como premio por las victorias de Tucumán y Salta, recibió por parte de la Asamblea del año XIII un premio de 40.000 pesos fuertes (unos 80 kilos de oro). Belgrano, con una humildad digna de imitar exclama: "He creído propio de mi honor y de los deseos por la prosperidad de mi patria, destinar los cuarenta mil pesos que me fueran otorgados como premio por los triunfos de Salta y Tucumán, para la dotación de escuelas públicas de primeras letras".

En 1814, el Directorio encomendó a Rivadavia y a Belgrano la misión de conseguir la aprobación de las potencias europeas para la declaración de la nuestra independencia. La misión diplomática fue un fracaso rotundo. Napoleón estaba en su debacle y las ideas de la Revolución Francesa parecían extinguirse e incluso, Fernando VII recuperó el trono.

Cuando regresó a Sudamérica participó del Congreso de Tucumán. Se sumó al tipo de gobierno monárquico pero con una diferencia sustancial, pretendía coronar a un descendiente de los incas, como reparación histórica por el genocidio de cometido por las invasiones europeas. Esta propuesta estaba respaldada por el mismo San Martín y Martin Miguel de Güemes.

Poco después Belgrano volvió a comandar al Ejército que le dio heroicas victorias y derrotas por igual. El Ejército del Norte estaba en peores condiciones que la primera vez que lo vio. José Roundeau fue uno de los comandantes más corruptos que se hayan visto, mientras él vivía en la abundancia los soldados lo hacían en las más absolutas miserias. Belgrano varias veces solicitó ayuda económica a Buenos Aires para mantener al ejército en condiciones humanas pero nunca recibió una respuesta.

A principios de 1820 la última misión encomendada a Belgrano fue la de pacificar la provincia de Santa Fe. Pero abandonó la comandancia a los pocos días y regresó a Buenos Aires. Estaba gravemente enfermo. Su cuadro clínico se componía de la sífilis, paludismo y retención de líquidos que lo mantenía casi siempre postrado. Belgrano se dirige al gobernador Manuel de Sarratea con una carta detallándole los sueldos que el gobierno le adeudaba, no recibe respuesta, por lo que envía una segunda carta, tras la cual Sarratea le liquida una cifra humillante. Belgrano había invertido toda su fortuna personal durante los últimos diez años, había vendido todos sus objetos de valor, y a su médico tuvo que pagarle con su reloj.

Unos días antes de morir dijo a su amigo Caledonio Balbín: "Amigo Balbín, me hallo muy malo, duraré pocos días, espero la muerte sin temor, pero llevo un gran sentimiento al sepulcro: muero tan pobre, que no tengo como pagarle el dinero que usted me tiene prestado...

Aquel 20 de junio de 1820, Buenos Aires estaba envuelta en una guerra civil, la ciudad tuvo en un mismo día tres gobernadores, y sin que nadie lo notara, moría Manuel Belgrano. El único diario local que se ocupó de su muerte fue "El Despertador Teofilantrópico" que publicó: "Es un deshonor a nuestro suelo, es una ingratitud que clama el cielo, el triste funeral, pobre y sombrío que se hizo en una iglesia junto al río, al ciudadano ilustre General Manuel Belgrano".

A 190 años de su paso a la inmortalidad, sus vanguardistas ideas siguen sin aplicarse en su totalidad. A pesar de todo lo que hizo por nuestra nación, con la humildad de espíritu que lo caracterizaba dijo: “Mucho me falta para ser un padre de la Patria, me conformo con ser un buen hijo de ella”. Seamos nosotros la generación que reciba su legado con orgullo y determinación para construir juntos la nación que él vislumbró, seamos igual que él, buenos hijos de la patria.

viernes, 18 de junio de 2010

El Recital se reprogramó para el 27/06

Ante las altas probabilidades de lluvia que anuncia el Servicio Meteorológico Nacional, la dirección de la Juventud Peronista de Clorinda acordó con la banda Disturbio cambiar la fecha del recital para el día 27/06 en el mismo lugar y horario.
Gracias por su comprensión. Saludos cordiales.

miércoles, 16 de junio de 2010

"Por Nuestros Jóvenes Todo". Disturbio en vivo!

En el marco del programa "Por Nuestros Jóvenes Todo" organizado por la Juventud Peronista de Clorinda, con el apoyo de la Municipalidad de Clorinda, el día domingo 20 de junio a partir de las 21:30 hs, la banda de rock punk Disturbio presentará su nuevo material discográfico "Nunca te Detengas" en el Anfiteatro de la Juventud situado en la Plaza de la Madre.

La banda está integrada por Arturo Serravalle (voz principal), Ángel Cabral (Bajo y voz), Santiago Rolón (Guitarra y voz), Roberto Noguera (Guitarra), Javier Zaya (batería).